El origen de Coria del Río

Coria del Río: Aparte de los japoneses y vikingos tiene mucho más

Coria del Río, ubicada en la margen derecha del río Guadalquivir al sur de Sevilla, a unos 12 km aproximadamente, se encuentra en la intersección de tres comarcas: Aljarafe, La Ribera y la Marisma, otorgándole una posición privilegiada.

Monumento a Hasekura Tsunenaga
Monumento a Hasekura Tsunenaga

La historia y el origen de Coria del Río

El Guadalquivir es el eje central de la vida en Coria del Río, marcando su historia, actividades tradicionales, riquezas y, en ocasiones, desafíos como las riadas e inundaciones.

La distribución del pueblo gira en torno al río, dividiendo su término municipal de manera desigual, con la mayor parte en la margen izquierda y la población en la margen derecha, aproximadamente 23,000 habitantes.

Gracias a su ubicación geográfica y la fertilidad del área, Coria ha sido testigo de diversas culturas, evidenciadas por hallazgos arqueológicos del Neolítico, Calcolítico, Bronce final y época Ibérica. Aunque no se puede remontar a la antigüedad exacta de Coria, se sabe que data del año 3000 a.C., ubicado inicialmente en el Cerro de San Juan.

A partir del año 1000 a.C., se encuentran numerosos restos arqueológicos, señalando el inicio de Coria del Río como ciudad urbana. Los fenicios establecieron un puerto fluvial importante, y bajo dominio romano, fue llamada «Caura Siarum», posteriormente «Caura», dando origen al nombre actual. Se acuñó moneda con imágenes de un pez, y abundan los restos romanos, como un cipo destacado en la Ermita de la Vera-Cruz.

En el año 885, la villa fue arrasada por una invasión normanda, sufriendo una disminución poblacional significativa. Durante la Edad Media, estuvo bajo dominio árabe hasta la conquista cristiana, que la dejó prácticamente desolada y fue repoblada por mandato de Fernando III y, más tarde, en la época de Alfonso X, con familias catalanas y aragonesas.

Japoneses en Coria del Río

En octubre de 1614, Coria del Río albergó la Embajada Japonesa de Hasekura Tsunenaga, dejando como recuerdo el apellido «Japón» en la localidad debido a su descendencia.

Desde el siglo XVII, perteneció al conde-duque de Olivares, pasando después a ser propiedad del conde de Altamira. A lo largo de la historia, la vocación marinera y pescadora de la villa ha disminuido debido a la contaminación del Guadalquivir.

Coria del Río ha sido cuna de numerosos intelectuales y artistas, como fray Francisco de Acosta, evangelizador de México; el teólogo Manuel Martínez Campos; los pintores Manuel de la Rosa y Andrés Martínez de León; el historiador José Luis Asián Peña, entre otros.

Blas Infante, reconocido como Padre de la Patria Andaluza, fue padre del nacionalismo moderno andaluz y pagó con su vida por Andalucía. Su casa en Coria del Río sirve como reliquia de su legado.

En el contexto del área metropolitana, Coria del Río destaca por su patrimonio natural, histórico y artístico, siendo un atractivo turístico notable. No sería justo jerarquizar sus valores, por lo que se presenta este compendio, sin olvidar las contribuciones futuras.

Ejemplos notables incluyen la Parroquia de Ntra. Sra. de la Estrella, la Ermita de San Juan Bautista, la Capilla de la Virgen del Rocío, la Iglesia de Ntra. Sra. de la Soledad y su plaza, así como la trascendencia del apellido «Japón» en la localidad.

Vikingos en en Coria del Río

En el año 844, los vikingos realizaron incursiones en al-Ándalus, llegando a las costas occidentales con una flota de ochenta naves. Conocidos como los Nordumâni, atacaron Sevilla, saquearon, mataron y esclavizaron a sus habitantes. Después, se dirigieron hacia Coria del Río, donde asesinaron a todos para evitar alertas. Las incursiones continuaron por el Guadalquivir, llegando a Qabpil en Cádiz.

La población sevillana, desprotegida, resistió pero fue derrotada. Los vikingos, después de una semana de matanzas y saqueos, se retiraron. Regresaron posteriormente, tomando la Mezquita de los Mártires. Sin embargo, la emboscada liderada por Ibn Rustum y Nasr resultó en la derrota de los vikingos en Tablada, con más de mil muertos y cerca de cuatrocientos capturados.

La humillación llevó a medidas defensivas en Sevilla, reforzando murallas y reparando daños. Algunos vikingos supervivientes se asentaron en el valle del Guadalquivir. En 859, Sevilla sufrió otro ataque, pero la respuesta musulmana, liderada por el emir Abd al-Rahmân, resultó en la construcción de una flota de guerra y la advertencia de represalias.

La historia de los vikingos en al-Ándalus se mezcla con el mito de Ragnar y queda registrada en las sagas nórdicas. Además, se destaca la habilidad de navegación vikinga, que, según expertos, podría haber utilizado un primitivo compás de sol basado en el movimiento del sol en el cielo. Este conocimiento les permitió realizar travesías exitosas incluso antes de la introducción del compás magnético en el siglo XII.

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