El origen de Constantina

Edad Primitiva

Los restos arqueológicos más antiguos encontrados en cuevas próximas al límite de la actual localidad de Constantina evidencian una ocupación de la era calcolítica.

Los registros mencionan una presencia de los celtas beturienses y la arqueología confirma el intercambio comercial con los fenicios y la influencia púnica.

El asentamiento de la época celta se denominó Lacunimurgi, nombre que fue actualizado durante los periodos de la colonización romana a Constancia Iulia, cuyos vestigios arqueológicos se hallan en el Cerro del Almendro, convirtiéndose en un lugar que incluso llegó a emitir moneda. Fue, por tanto, un punto estratégico debido a su ubicación tanto en relación con las rutas que conectaban el Valle del Guadalquivir y Lusitania como para la explotación de los recursos naturales vinculados a la minería de cobre y plata.

Dinero Romano El nombre de origen latino de Constantina, y el hecho de estar cerca de una calzada que conectaba Astigi (Écija) y Emérita Augusta (Mérida), junto con numerosos hallazgos arqueológicos, evidencian el gran auge de esta localidad en la época romana. Los vinos producidos en este período se volvieron famosos incluso en Roma y eran conocidos como “Cocolubis”.

Edad Medieval

La ciudad está firmemente establecida bajo el dominio islámico, como lo demuestran numerosos vestigios y registros de historiadores y geógrafos de la época califal.

Durante este periodo, fue el epicentro de la cora (región administrativa) de Firrish. En esta fase islámica, la ciudad empieza a definir su aspecto como un núcleo de población consolidado.

El primer crecimiento urbano se desarrolla en el todavía existente Barrio de la Morería, situado como suburbio en la ladera sur del Cerro del Castillo. Este área principal estuvo cerca de otros sitios fortificados como el ubicado en el denominado Cerro del Almendro, el bastión de la Ermita de la Yedra, el castillo de la Armada y algunas torres de vigilancia construidas para consolidar el control territorial de este corredor natural de comunicación.

La Constantina bajo dominio musulmán fue conquistada por las tropas de Fernando III el Santo en 1247, quien la incorpora al término municipal de Córdoba. En 1258, se integra como villa realenga al Reino de Sevilla por concesión de Alfonso X, otorgando la villa y el castillo al obispo de Sevilla. Esta anexión le permitió beneficiarse del auge del comercio con las Indias.

Edad Moderna

Más tarde, pasó a ser gobernada por el Concejo de Sevilla debido a su relevancia estratégica en la Banda Gallega para la defensa del reino cristiano, convirtiéndose en villa realenga donada por la Casa de Medina-Sidonia a los Reyes Católicos en 1478.

Durante este período, hubo un crecimiento gradual de la población que resultó en la expansión de los límites urbanos. Este desarrollo se orientó hacia las áreas central y norte, dando lugar a dos nuevas parroquias, la de San Jorge y la de Santiago, que, junto con la de Santa Constanza, se situarían en la ladera que desciende hacia el río.

En 1594, era parte del Reino de Sevilla en la Sierra de Constantina.

Edad Contemporánea

En 1810, experimentó, al igual que muchas otras localidades del país, la invasión del ejército francés, tras un notable enfrentamiento que tuvo lugar en las mismas calles del pueblo y que, según la tradición, resultó en la muerte de trescientos habitantes. Tras dos años de ocupación, se liberó de esta dominación en 1812, pasando por uno de los episodios más dramáticos de su historia.

En 1916, Alfonso XIII le otorgó el título de ciudad, concediéndole el tratamiento de Excelencia.

Durante la primera mitad del siglo XIX y parte del siglo XX, Constantina experimentó su máximo auge económico y demográfico, específicamente entre los años 1940 y 1950, alcanzando una población de quince mil habitantes que se dedicaban a una activa actividad ganadera, agrícola, industrial y comercial, destacando varias fábricas de hielo, destilerías, plantas procesadoras de corcho, almazaras de aceite, entre otros.

Con el proceso de desindustrialización que tuvo lugar en Andalucía, la industria decayó, provocando una migración de la población. En la actualidad, aún funciona una fábrica de anisados especializada en la producción de crema de guinda y han resurgido industrias vinculadas al vino.

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